«Christian (Garín) debe aceptar las frustraciones que sufre, debe controlar sus emociones en la cancha para ser más sólido durante los partidos. Está mucho más maduro y hay que trabajar algunas cosas para sacarle la presión de encima«, decía Andrés Schneiter a este medio en agosto pasado, cuando asumía la conducción técnica del número dos del tenis chileno, momento en el que el ex campeón de Roland Garros junior 2013 estaba 140º del mundo y totalmente estancando.
Seis meses más tarde, Garín está 90º del mundo, metido de lleno en el circuito de la ATP y con muchas expectativas de dar el gran salto a los primeros planos del tour, evidenciando una enorme mejoría en su tenis y en su confianza, esto último, lo que ha conspirado contra su explosión, que todos daban por descontada cuando era uno de los mejores juveniles del planeta hace unos cinco años atrás.
Pero, ¿cómo se dio este salto? Sin duda que el Gringo Schneiter es fundamental en la levantada del nortino, que en los últimos seis meses comenzó una evolución importante, que lo llevó a meterse entre los 100 primeros del ranking. Sin embargo, el técnico argentino no ha logrado esto sólo con el chileno, ya que tiene antecedentes de sobra para ser considerado un head coach que sabe sacarles el jugo a sus dirigidos.
Schneiter, quien tuvo una buena carrera como doblista, pero que nunca destacó en singles, tuvo su primer gran paso como coach en el 2005, cuando dirigía a Mariano Puerta. El zurdo tuvo entonces su mejor temporada en el circuito, logrando un salto de casi mil puestos y llegando a la final de Roland Garros en ese año, donde cayó ante un joven Rafael Nadal. Además, en esa campaña llegó al noveno lugar del ranking y jugó el Masters de Shanghai, que reúne a los ocho mejores tenistas.
Luego, también se dio el lujo de dirigir a nombres de la talla de Franco Squillari, Agustín Calleri, Nicolás Massú y Paul Capdeville, entre otros. De hecho, el Pulpo tuvo sus mejores años con el Gringo en el banco, llegando a ser Top 100, ganando varios challengers y superando algunas rondas en torneos de Grand Slam.
En el último tiempo, tomó al prometedor argentino Juan Ignacio Londero, quien en el 2018 tuvo un enorme rendimiento en challengers, quedando a las puertas del Top 100, justo en el momento en que añadió a Garín a su equipo de dirigidos, en agosto. Y con el Tanque ha hecho maravillas, porque el jugador nacional dejó atrás su etiqueta de «eterna promesa» y a fines del año pasado dio avisos de su potencial, al ganar tres títulos de challenger seguidos: Campinas, Santo Domingo y Lima, para finalizar la campaña dentro de los 90 mejores.
Y en este 2019, Schneiter ya tomó tintes de «Rey Midas», ése que todo lo que toca lo convierte en oro, ya que Garín se sacó un peso de encima en la Copa Davis, al darle a Chile el triunfo sobre Austria con una victoria contundente en el quinto punto ante Jurij Rodionov, en el torneo donde Gago más había sufrido y en el que nunca había podido ser el héroe, ganándole a las críticas del medio y también de los hinchas.
Días más tarde, el técnico argentino sumó otra hazaña a su historial, porque su otro dirigido, Londero, quien recibió una invitación para el Córdoba Open, dio un golpe tremendo al conquistar el título en el certamen cordobés, su primera corona ATP. Lo llamativo es que el Topo nunca había ganado un partido a ese nivel, pero la semana pasada ganó cinco (Nicolás Jarry fue una de sus víctimas) y se llevó toda la gloria en su casa, saltando al Top 70 del escalafón planetario.
Ahora, Garín consiguió ganar su segundo partido ATP -el primero en seis años- en Buenos Aires y se ilusiona con mucho más en este 2019, donde también verá acción en los torneos de Río de Janeiro y Sao Paulo en esta gira sudamericana.
Schneiter logró levantar la carrera de varios y ahora es el turno del chileno, quien muestra que su tenis está intacto y su cabeza asoma más fuerte que nunca, soportando los duros vaivenes de un deporte donde lo mental es fundamental para lograr éxitos.
El Gringo tiene la fórmula.