Primer dedo (acto): En realidad, son las manos del Tati, ésas que impidieron durante 1.352 minutos del Torneo de Clausura 2005 que la pelota entrara en el arco de Universidad Católica, quedando en la historia no sólo del club y del fútbol chileno, sino del balompié mundial, con el quinto récord de imbatibilidad más extenso del planeta en ese entonces.
Segundo dedo (acto): Ahora sí es una sola mano, la derecha, con la que detuvo el penal de Waldo Ponce en la definición desde los 12 pasos ante Universidad de Chile en ese mismo torneo, para que la UC se consagrara campeona en la cara de su archirrival y el arquero se transformara en ídolo cruzado.
Tercer dedo (acto): A mediados del 2010, pasa a ser más importante su muñeca, cuando Cruzados lo designa como gerente técnico, gestión que empieza con éxito gracias al título conseguido en el campeonato largo de ese año con Juan Antonio Pizzi en la banca, quien llegó recomendado por su coterráneo.
Cuarto dedo (acto): A la mitad del 2011, sus manos le sirven para taparse el rostro, cuando la misma U que le permitió entrar a la galería de ídolos cruzados le gana al equipo dirigido por el propio Macanudo una final increíble, dando inicio a uno de los períodos más oscuros de la institución, con José María fuertemente criticado por los fichajes, con una dirigencia que no se mete la mano al bolsillo y con los segundos lugares como maldición.
Quinto dedo (acto): En el 2016, el santafesino logra doblarle la mano a los cuestionamientos contratando a un Mario Salas que le entrega a la Franja el único bicampeonato en sus 81 años de vida, apelando a refuerzos traídos como agentes libres sin costo, a incorporaciones de última hora en el mercado y a jugadores llegados a préstamo, incluso, desde los archirrivales, fórmula que también le resulta en la reciente corona obtenida con Beñat San José como entrenador.
¿Cómo se llama la película? «La mano del Tati», ésa que lo hizo pasar de la idolatría al odio entre los hinchas de la Cato, pero que actualmente lo encuentra en su mejor momento como dirigente, armando un plantel de lujo que tiene ilusionados a los fanáticos franjeados.
Ayudada por las platas de la participación en la Copa Libertadores y de la venta del CDF, la concesionaria precordillerana parece dejar atrás la imagen de «mano de guagua» que se ha formado.
Eso sí, si hay algo que no se le puede reprochar a la directiva es su infranqueable respaldo al argentino en los tiempos de crisis, ya que mientras Blanco y Negro y Azul Azul cambian de director deportivo como quien se cambia de ropa y gastan millones y millones en «reforzarse», el transandino ya va por los nueve años en San Carlos, haciendo malabares con presupuestos generalmente acotados y consiguiendo cuatro estrellas bajo su administración.
Pulgar hacia arriba para Buljubasich.