La final de la Copa Libertadores pasó de ser una fiesta a transformarse en un papelón mundial. Los incidentes ocurridos el pasado sábado en el Monumental de River Plate, donde los hinchas locales apedrearon el bus de Boca Juniors y obligaron a postergar el encuentro, traspasaron toda la atención y ahora la definición del torneo continental ha pasado de vergüenza en vergüenza.
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Tanto ha sido el desencanto que ha tenido el partido entre Millonarios y Xeneizes que a muchos ya ni siquiera les importa cómo saldrá, quién será campeón, y dónde finalmente se jugará. Todo se desvirtuó, todo el foco ya cambió. Y eso es precisamente lo que refleja un hincha de River Plate, Gabriel Hugo Lanza, en una carta que publicó en su facebook y que se masificó en las redes sociales.
«Y si… nos mataron. Nos mataron al fútbol. Nos mataron las ganas. Nos mataron la alegría. Nos mataron la ilusión. NOS GANARON LOS VIOLENTOS. Y yo, me rindo. No doy más. No puedo más. Este país es una mierda. Estos políticos son una mierda. El fanatismo es una mierda. Harto ya de estar harto, ya me cansé, dijo el poeta(…) Señores, nos ganaron los violentos. El fútbol me pudrió. Y lo digo con todo el dolor del alma. Hoy fue el último día que fui a la cancha. Me cansé. Me cansaron. Me harté (sic)», comienza.
Pero no se queda ahí: «desde la noche del gas pimienta que no sentía tanta indignación. En esa oportunidad fue adentro de un Estadio y en el entre tiempo del partido. Cambia en algo la cobardía de los violentos? No. Es exactamente la misma. Es el fanatismo apoderado de la pasión. Y hoy, con todo el dolor del alma y una gran pena en mi corazón, decido renunciar a la pasión (…) me mataron. Y un muerto no concurre más a un estadio, ni paga más una cuota social. No solo decido no ir nunca más a una cancha en este país de cuarta gobernado por ineptos, corruptos y violentos, sino que Noviembre habrá sido el último mes que pagué una cuota social al Club Atlético River Plate. Hicieron llorar a mis hijos, y eso NO SE PERDONA. Métanse la Copa Libertadores en el ORTO!»
Y el hincha que escribió desde el corazón no es el único que comparte el sentimiento. El presidente de River Plate, Rodolfo D’Onofrio, quien este miércoles dio una dura conferencia por lo que está ocurriendo, fue claro para señalar que «el sabor de la Copa ya no es lo mismo, por lo menos hoy. Tenemos que llegar a un entendimiento. Basta de los discursos para los que no quieren que el fútbol sea lo que tiene que ser».
El diario Olé, en tanto, siguió la misma línea en su portada de este miércoles, luego de conocer que el Comité Ejecutivo decidió no jugar la final de vuelta en Argentina: «El fracaso argentino. Perdimos. Perdió el país la posibilidad de vivir una fiesta por neglicencia e incapacidad de las fuerzas de seguridad y la violencia de las barras. Perdimos los hinchas: nos quitaron la ilusión, las ganas, el entusiasmo de disfrutar de la pasión de una final única. Somos los más castigados y estamos de duelo«.
Si de seguir dando ejemplos sobre el sentimiento que se apodera de Argentina tras la fallida final de la Copa Libertadores, uno que también engloba todo lo que viven los hinchas del fútbol es Eduardo Fabregat, editor del diario Página 12, en una columna titulada campeón de la tristeza y donde dice: «soy hincha de River, he vivido mil cosas. Esperaba esta final con alegría, recordando el capítulo que Nick Hornby dedica en Fiebre en las gradas a la inolvidable definición del Arsenal y Liverpool en el campeonato 1989, incrédulo ante la posibilidad de vivir algo semejante. La manga de inútiles de las fuerzas de seguridad y sus responsables políticos, los mafiosos disfrazados de hinchas, los canas y sus negocios, los dirigentes ventajeros, los capos del fútbol y sus tramoyas, los periodistas operadores y los intermediarios tribuneros, los que quieren llevar agua al molino y el molino también, los trolls de redes y la discusión inútil, la vista gorda. Te matan el amor al fútbol. Te sacan las ganas. Ya no interesa cómo se resuelve esto: nadie podrá disfrutarlo plenamente. Bueno, algunos sí. Muchos no. Yo no. Y ves al pibe tirar una rabona y reírse con sus amigos y ser feliz, pero sabés que será solo una pequeña postal en un álbum de iniquidades y miserias. Y el único campeonato que te queda es el de la tristeza».
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