La mañana un tanto fría no fue impedimento para que una centena de colombianos llegaran al restorán «La Fonda Paisa», en la esquina de Serrano con Tarapacá, en pleno centro de Santiago. El debut de la selección cafetera en el Mundial de Rusia 2018 era el motivo principal, y a pesar del horario tempranero (comenzó a las 8 de la mañana), los residentes en su mayoría, estaban vestidos con camisetas y polerones de su representativo.
El rival, Japón, parecía un mero trámite para los fanáticos. Era cosa de recordar el 4-1 en la Copa de Mundo de Brasil, donde más que la victoria, la memoria evoca los minutos que alcanzó a jugar Faryd Mondragón y así quedar en la historia como el jugador más veterano, con 43 años, en participar en la cita futbolera.
Renzo Quinteros fue uno de los que llegó temprano. En conversación con El Gráfico Chile, manifestó «que estamos preparados y hemos trasnochando. Japón no es rival para Colombia y ganamos 2-0, con goles de Falcao y James (Rodríguez)».
Mauricio González era otro de los que andaba con la casaquilla amarilla de su país. Ilusionado, dijo que «ganamos, 2-0, pero hay que ser mesurados».
La fe en las figuras consulares colombianas era ciega. Casi todos apostaban por un triunfo fácil ante los «samurais azules» y que el espacio para la duda, no era bienvenido.
Sin embargo, las caras comenzaron a cambiar pronto. La roja a Carlos Sánchez a los 3′ del primer tiempo, que derivó en el penal convertido por Shinji Kagawa, desanimó a los «parceros», quienes reclamaban al entrenador José Pekerman, la temprana sustitución de Juan Cuadrado por Wilmar Barrios.
La mejoría en el elenco colombiano comenzó a traspasarse a los hinchas, quienes empezaron a soñar con la paridad. Y que finalmente llegó: Juan Fernando Quintero anotó de tiro libre el empate a uno y los gritos de ilusión y felicidad, volvieron a aparecer.
La segunda mitad fue de incredulidad y después pavor: la presión nipona sobre el arco cafetero silenció a los colombianos en el céntrico restorán, quienes veían como los japoneses hacían sufrir al golero David Ospina, aunque era cosa de tiempo que la balanza se cargara al lado de los asiáticos. Yuya Osako con un cabezazo, derechamente silenció a los comensales.
Fin del partido y la gran mayoría se retiró raudo y sin comentarios. Algunos terminaron de comer y otros con ojos vidriosos, buscaban respuestas por la derrota. Y afuera… algunos chilenos no olvidaban el «Pacto de Lima», por lo que muchos con sonrisa socarrona, miraban de reojo a los colombianos.