Corría fines del 2009 y Reinaldo Rueda era ídolo máximo en suelo hondureño. Tras 28 años, el entrenador colombiano que dirigirá a la Roja había clasificado al combinado catracho a un Mundial: Sudáfrica 2010.
Dentro de su planificación para la cita planetaria, el caleño se encontraba en Francia, más específicamente en las carreteras de Annecy, bajando de los Alpes, a 30 minutos de la frontera con Suiza. Luego de visitar un campo de entrenamiento que ocuparía su escuadra para concentrarse previo al certamen orbital, ocurrió el accidente.
El auto donde viajaba el DT cafetero fue embestido por otro que iba a exceso de velocidad. El vehículo, que también ocupaban el director deportivo de la selección centroamericana y un chofer no identificado, se volcó.
Osman Madrid se llama el personero de la Federación Nacional Autónoma de Fútbol de Honduras (FENAFUTH) que estaba junto al nuevo adiestrador de Chile. Más de ocho años después, recuerda emocionado ese día en conversación con El Gráfico.
«Todos los 10 de diciembre nos acordamos de eso», cuenta el hoy vicepresidente del Olimpia de su país. «Fueron momentos sumamente difíciles, pero lo primero que hablamos fue que Dios nos había dado una oportunidad más para vivir y que teníamos que tratar de ser mejores personas», complementa.
El milagro
Esa misma noche, Rueda y Madrid debían ir hasta Suiza para tomar un vuelo que los llevaría de vuelta a casa. Previo a eso, hicieron una última parada en suelo francés.
«Iba un muchacho colombiano manejando y antes de ir a Ginebra para devolvernos, vimos una iglesia. Le pedimos que parara para bajarnos a darle gracias a Dios por la oportunidad que nos había dado de estar ahí y para tomar buenas decisiones para la selección en el futuro», cuenta el entonces director deportivo del combinado hondureño. «El motorista (chofer), después de que se paró el carro, a los 30 segundos empezó a gritar ‘nos hemos salvado porque ustedes fueron a pedir que nos protegieran’», agrega.
«Ese momento fue terrible, porque el profesor gritaba ‘gerente, gerente’. Yo me tocaba el cuerpo, asustado, para ver si estaba fracturado. Luego le grité ‘profe, profe, estoy vivo, estoy vivo’. Cuando salí, nos dimos un abrazo muy fuerte. Me disculpa, pero fueron momentos muy difíciles», expresa con evidente emoción, el directivo a través del teléfono.
«El primero que salió fue él, lleno de sangre, con un golpe en la cabeza. Una barra que tenía el Mercedes lo salvó, era de acero y estaba doblada. Yo venía detrás de él, sin cinturón, pero con las dos rodillas sobre su asiento. Me dijeron que eso fue lo que me salvó a mí, porque el accidente fue bastante fuerte», prosigue el dirigente.
Por último, el también ex entrenador le manda un mensaje a Rueda, tras confirmarse su arribo a la Roja: «Lo considero mi hermano. Le tengo un enorme cariño y le deseo lo mejor para que siga cosechando éxitos, porque se merece muchas cosas buenas».