En los albores de la Generación Dorada que ha dado vida a la época más exitosa del fútbol chileno, al mismo nivel que Gary Medel, Alexis Sánchez y Arturo Vidal brillara Mathías Vidangossy, sin embargo este último no pudo avanzar de la misma forma que lo hicieron los otros y por lo mismo ha tenido que cargar con el rótulo de eterna promesa.
Su talento es innegable, pero algo más allá de su capacidad deportiva ha truncado su camino. «Es un cuadro depresivo», se atrevió a decir el propio Mathías en una extensa entrevista con La Tercera, en la que por primera vez abordó en profundidad el gran problema con el que ha tenido que convivir en los más de 10 años en el fútbol profesional.
«Lo estoy tratando. Estoy tratando de mejorar para que en enero ya no vuelva a pasar. Porque el fútbol es así. Son muchas personalidades y tienes que saber llevar a todas. A veces me siento pasado a llevar o yo paso a llevar a alguien y se forma un conflicto inconscientemente, aunque nunca haya tenido un problema en el fútbol con nadie», contó el extremo que en diciembre pasado se marchó en silencio de Palestino, su última estación deportiva.
«Siempre he tratado de ser de muy bajo perfil, pero me pilló Palestino en ese cuadro depresivo y tuve roces con compañeros porque es normal no tolerar a alguien depresivo. Eso fue lo que pasó», prosiguió.
Su carrera ha estado marcada por altos y bajos que el propio Vidangossy define como «montañas rusas» y en uno de sus descensos, en 2009 tras una mala experiencia en Ñublense, decidió retirarse con apenas 22 años. «Me toca estar en la Selección Sub 20 arriba y me voy a jugar a España, donde no juego ni un partido. Y eso me bota al piso. Después vuelvo a jugar a Chile y sigo en el piso, sigo en el piso, sigo en el piso, hasta que me retiro, entre comillas, y digo: ‘En verdad, no me da la cabeza para seguir en esto. Quiero hacer otra cosa’«, recordó.
Pero tras ello vino la reinserción en 2010. «Y vuelvo al fútbol, a San Luis, después a Serena, llego a Colo Colo y empiezo a ir muy para arriba. Y claro, todas esas montañas rusas nunca me las traté y siempre fui como débil de mente, en el sentido de no saber controlar mis emociones. Las emociones me juegan en contra y no las sé manejar. Y hoy día sigo con una sicóloga que me está ayudando en ese tema porque le dije: ‘Yo quiero volver ahora en enero y no quiero tener este problema'».
De Sulantay a Guede
Para convivir con sus tormentas emocionales rindiendo en la primera línea del fútbol, el Pianista ha requerido de entrenadores cercanos. «Lo que pasa es que uno necesita un técnico, entre comillas, que sea un amigo que sepa quién eres tú», explicó.
«A mí me pasó, por ejemplo, con Sulantay, en la Sub 20. Él me dijo: ‘Juega’. Y yo sentí que era como un niño al recreo. Sin limitaciones, sin nada, sólo juega. Después de eso llego a Unión y me toca Héctor Pinto de entrenador y me dice: ‘Juega, ándate por donde querai’. Y para mí era seguir con la misma dinámica. Y después me voy a España y me toca un entrenador (Unay Emery) que me dice: ‘Juegas por acá’. Y mi cabeza no logró entenderlo. Porque siento, y no es por agrandarme, que veo el fútbol de una manera distinta, de una manera amplia. Si me encasillas a jugar en un lado, no puedo», continuó.
En su historia más reciente fue Pablo Guede, durante su ciclo en La Cisterna, quien cumplió aquel rol de DT cercano. «Con él teníamos una relación distinta. Conversábamos como más firme. Pero siempre antes de los partidos me decía: ‘Mati, disfruta, disfruta’. Y yo le decía: ‘Sí, lo estoy intentando, lo voy a hacer’. Y un día me dijo: ‘¿Qué necesitai tú para disfrutar de este partido?’. Y yo le dije: ‘No me encasillís en ningún lado. Déjame jugar tranquilo un partido. Si no le gusta me saca y pone a otro’. Fue un partido perfecto. Jugué en mi salsa«, relató.
Por lo mismo, para volver al fútbol es necesario contar con esa confianza y empatía por parte de su técnico de turno. «Por el tema de las emociones siento que un entrenador que me entiende, me saca rendimiento. Uno al que no le importo, no me saca rendimiento. Por eso te digo que es un tema mental, emocional», sostuvo.
A sus 30 años y con 10 meses de inactividad a nivel profesional, Mathías Vidaangossy no se considera un futbolista retirado. «Los primeros seis (meses de inactivad) fueron porque me quedé esperando algo del extranjero, pero no llegué a firmar. Seguí entrenando, cuidándome en la parte física y después, cuando se abrió el libro de pases para este nuevo torneo, jugando con unos amigos me corté el ligamento cruzado«, planteó el futbolista que espera volver a las canchas en enero próximo.