Como buen piloto –sinónimo de ego con mayúsculas y negritas-, Fernando Alonso siempre ha querido agigantar una leyenda que, más allá de los dos títulos mundiales de Fórmula Uno que posee y que parecen escasos para su calidad, lo tiene entre los mejores volantes de la historia. Ahora, apostando por las 500 Millas de Indianápolis, el asturiano da un nuevo paso en ese sentido.
El año pasado, Alonso había reconocido su intención de ganar en la mítica carrera estadounidense, además de las 24 Horas de Le Mans, para agregarlo a sus triunfos en el Gran Premio de Mónaco, y así hacerse de la “triple corona”, con las tres pruebas reinas del automovilismo.
Habiendo ganado en Montecarlo en 2006 y 2007, completar el póquer sumando triunfos en Estados Unidos y Francia, igualaría la hazaña de Graham Hill. El inglés ganó una vez en Indianápolis, cinco en Mónaco, una en Le Mans y dos Mundiales de F1.
Al revisar a los campeones de la F1 que han bebido leche en la Indy 500, el grupo está conformado, además del mencionado Hill, por Jim Clark, Mario Andretti, Emerson Fittipaldi y Jacques Villeneuve. Y el último que ha ganado en Mónaco e Indianápolis ha sido el colombiano Juan Pablo Montoya.
Alonso emula así al chileno Eliseo Salazar, quien si bien no ganó en la F1, largó en primera fila en Indiana, además de haber participado en Le Mans, para luego sumar su nombre en otras carreras míticas, como el Dakar y el Mundial de Rally en la fecha de Argentina.
