Lenny Kravitz es de esos personajes que no necesitan presentación. Y es que seamos sinceros, un rockstar, un ícono del género y en realidad, de toda la música, no necesita más halagos o descripciones. Metro y otros medios de comunicación tuvimos la oportunidad de hablar con el artista en una íntima rueda de prensa, en la que habló del mantra que le ha permitido convertirse en una estrella, sin dejar de lado a la persona: honestidad, espiritualidad y amor.
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El artista es uno de los cabeza de cartel de Lollapalooza Chile 2019 y se presenta esta noche en el Parque O’Higgins.
¿Qué representa este álbum ahora, luego de seis meses de su lanzamiento?
– La vida va cambiando y con ella también nosotros. En ese sentido, un músico no puede tener una única forma de hacer su trabajo, y por lo menos para mí, cada grabación representa un momento de mi vida, me encanta caminar y que ese viaje me inspire. Así que, respondiendo a la pregunta, este disco simplemente representa lo que es mi vida en este momento y lo que siento ahora.
Para mí el éxito no radica en vender miles de copias o estar bien posicionado en los listados, para mí el éxito está en representarme a mí mismo a través de la música.
En sus conciertos, ¿cómo balancea los éxitos del pasado con la música más nueva y fresca?
– Jamás me cansaré de tocar las canciones más viejas, eso siempre es un regalo para mí y tiene estas explicaciones: en primer lugar, las aprecio y las llevo siempre en el corazón, y segundo, eso es lo que quiere el público, y me encanta tanto que lo hagan, que las pidan y las amen, así como lo hago yo. Yo estoy feliz de tocar lo que deseen, y claro, este nuevo disco también es muy especial para mí, me ha permitido cumplir sueños, como, por ejemplo, conocer lugares en los que nunca había estado antes. Así que no se preocupen, verán mi nuevo lado, pero también escucharán los clásicos.
¿Lenny es ese tipo de personajes que piensa en innovación para mantenerse vigente y atraer nuevas generaciones?
– La verdad es que no pienso en innovación, pienso más bien en ser yo, en ser auténtico y mostrar con mi música quién soy yo. Y creo que ha funcionado, pues cada vez encuentro más y más público joven en mis conciertos. Yo lo veo con una visión romántica, de un conocimiento tardío de mi música, así como en su momento me sucedió a mí, descubriendo a Jimi Hendrix y a John Coltrane.
Además, las nuevas generaciones son exigentes, conocen y sienten la mierda a kilómetros, pueden identificar fácilmente lo falso, así que el único camino es mostrarse honestamente.
Cuando tienes una gran carrera y has visto a varios grandes artistas siendo populares un tiempo y luego estando un poco en el olvido, te das cuenta de que lo realmente importante no son las listas o los premios, se trata de ser feliz, de divertirse, sin seguir las tendencias. Muchas veces seguir la corriente oscurece carreras, y yo también lo he visto en mis grandes ídolos, así que la clave para no caer en este abismo es nunca entregarse a una tendencia, así te lo pidan, y mantenerte firme en la propia esencia.
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Para algunas personas, su música es sinónimo de sensualidad. ¿Esa sensualidad es una dulce coincidencia o es intencional?
– Creo que no es sólo sensualidad lo que se escucha en mis canciones, aunque es una parte importante. Y es que, aunque la base es sensual, cuando profundizas un poco más te encuentras con lo espiritual y, finalmente, esa combinación convierte la música en algo mágico que te transporta. La sensualidad en la música es un aspecto muy importante y no hay por qué negar u ocultar eso, pero esto no se trata de sensualidad, se trata de amor, de las diferentes maneras en las que se puede amar y aunque la sensualidad está implícita, hay mucho más en el camino del amor.
La música siempre deja un mensaje. Teniendo en cuenta eso, ¿qué es lo que más le preocupa de este mundo?
– Hay tantas cosas… Lo primero que se me viene a la mente es la manera como estamos destruyendo el mundo, y lo peor es que lo sabemos, hemos pensado en el tema, pero hacemos poco para reparar los daños. Me duele la manera como nos destruimos entre nosotros y a nosotros mismos, y todo porque no entendemos las diferencias. Y la realidad es que la belleza está en las diferencias… de personalidades, razas, gustos, culturas. No hay nada más hermoso que aprender del otro, pero en este punto, estamos asesinando a otros simplemente porque no piensan igual, y eso, sin duda, me aterroriza.