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Hotel Cabaña del Lago: Maderas nativas + piedra volcánica

Por: Pilar Saavedra.

Fotos: Hotel Cabaña del Lago

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A fines del año pasado abrió sus puertas un nuevo espacio perteneciente al Hotel Cabaña del Lago, en Puerto Varas. Se trata de su Club House, una construcción situada frente al edificio principal del complejo hotelero, que ofrece una piscina climatizada de 200 m2 –la más grande de la ciudad– tina caliente, terrazas, estacionamientos, salas de ejercicio y un imponente salón de eventos con amplios ventanales que otorgan una inmejorable vista al Lago Llanquihue y a los volcanes Osorno, Calbuco y Puntiagudo.

Una de las características más alabadas de este lugar pensado para toda la familia es su arquitectura. Desarrollada por la empresa constructora Urva, sigue el estilo montañés del hotel, aunque con detalles más modernos. “En Puerto Varas hay una normativa súper rigurosa de fachadas”, explica el coordinador del proyecto, Raúl Palma, refiriéndose a una ordenanza que reglamenta los elementos que definen la imagen visual de la ciudad. “El gran mérito que tuvieron los arquitectos fue que reinterpretaron el lenguaje histórico a través de uno más contemporáneo, logrando que este edificio dialogue con el que está al lado, pero sin copiarlo”.

Tanto en las fachadas como en los interiores es posible apreciar el predominio de maderas nativas, algunas recicladas que fueron modificadas de forma térmica, sin la utilización de químicos. También destaca el uso de piedra volcánica, obtenida luego de la erupción del Calbuco en el año 2015. “Esta piedra de color café y formas irregulares tiene la particularidad de absorber la humedad al ciento por ciento. Sin embargo no la traspasa ni la devuelve, por lo que no fue necesario aislar los muros en los que se aplicó”, detalla Palma.

Reconstruyendo el cerro

El diseño arquitectónico del Club House tiene además otra importante virtud: permite que el emplazamiento pueda integrarse de manera armónica al paisaje en el que está inserto, a los pies del icónico Cerro Philippi de la ciudad.

Sus jardines también aportan al logro de esa fusión con el entorno, ya que fueron ideados y trabajados por la ecóloga paisajista Bárbara Corrales, para convertirse en una especie de continuación de la exuberante muestra de naturaleza que desciende desde las laderas del cerro. De este modo también se complementa con otro de los bellos rincones del hotel, el Club del Lago, integrado por acogedoras cabañas construidas con material reciclado y reutilizado.

“La idea fue devolverle al lugar la topografía que pudo haberse visto interrumpida por el edificio –explica la profesional–. Para conseguirlo se evitó recurrir a paredes de contención, y en cambio se optó por muros de tierra compactada, que permiten contener taludes grandes en espacios que deben ser más o menos medidos. El trabajo fue más complejo pero resultó más económico, menos dañino y mucho más enriquecedor para el paisaje. En otras palabras, lo que se hizo fue reconstruir el cerro, evitando una muralla de contención de 5 metros”.

Los jardines cuentan con senderos que exhiben señaléticas de las especies de flora y fauna nativas, para que los visitantes puedan identificarlas durante sus paseos por el lugar. El objetivo es entregar a los turistas una valiosa ayuda para que sepan, por ejemplo, qué aves es posible avistar o qué planta es la que tienen enfrente al encontrarse con helechos o nalcas, dos de las especies más típicas del sur de Chile.

Conciencia ecológica

Raúl Palma destaca la sustentabilidad del proyecto y la preocupación que se tuvo desde un comienzo para disminuir el impacto medioambiental, minimizando el consumo de recursos y fomentando la eficiencia y el ahorro de energía en sus instalaciones.

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El Hotel Cabaña del Lago se convirtió en 2007 en el primer hospedaje de Chile en adoptar tecnologías ecológicas de geotermia y aerotermia para calefacción y agua, medidas que se aplicaron también en esta nueva construcción.

“Aquí además se trabajó especialmente el tema de la acústica. Ingenieros de la Universidad Austral de Valdivia colaboraron con nosotros en esta tarea, porque no sólo tenía que ser un lugar con buena acústica, sino además había que evitar que el ruido del salón pudiera molestar al resto de los pasajeros del hotel, en caso de celebrarse un matrimonio, por ejemplo”, explica el arquitecto.

El profesional enfatiza que el objetivo fue apoyar en todo sentido el tema ambiental. Las opciones Led fueron las elegidas para la iluminación tanto de los interiores como del exterior: “Con todas las luces encendidas, ni siquiera se gasta el consumo de una ampolleta incandescente en una casa”, acota la ecóloga paisajista Bárbara Corrales, quien señala que el riego de los amplios jardines del Club House “se realiza por pocos minutos, a las 5 de la mañana, cuando la tierra está más fría y no pierde líquido por evaporación”.

“Todo esto diferencia positivamente al Hotel Cabaña del Lago. Aquí se trabaja de otra manera –dice Palma–. Esto no es solamente la construcción de un edificio, sino el reflejo de una filosofía mayor, que tiene que ver con el interés de sus dueños –la familia Wellmann– por colaborar con la sustentabilidad y el cuidado del medioambiente en todos sus proyectos”.

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