Elegir bandos nunca es divertido. Especialmente si estás atrapado en medio de dos gigantes.
Panamá es uno de los muchos países donde la rivalidad entre Estados Unidos y China se está materializando.
El país centroamericano quedó atrapado en un fuego cruzado la semana pasada cuando el secretario de estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, criticó la actividad económica de China en Panamá, durante una visita a este país.
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Pompeo calificó las acciones de China como "depredadoras" y dijo que las empresas estatales del gigante asiático se muestran de una manera "que claramente no es transparente, no está motivada por el mercado y no está diseñada para beneficiar al pueblo de Panamá sino al gobierno chino".
Como era de esperar, China respondió con otro ataque verbal.
Pero, en los primeros comentarios públicos de Panamá después de las declaraciones de Pompeo, la vicepresidenta Isabel de Saint Malo de Alvarado dijo que, si bien su país acoge con satisfacción la inversión extranjera directa tanto de Estados Unidos como de otros países -incluido China-, serían "cuidadosos" al permitir la entrada de nuevas empresas y a la hora de elegir nuevos proveedores.