Los tomates no están ayudando. En lugar de crecer sobre la rejilla, las plantas se están entrelazando por todas partes sobre el lecho del jardín y se inclinan, amenazadoramente, sobre una joven vid.
En una cálida tarde de agosto, Pauline Benetti y Diane Kelsey intentan enseñar a la planta a trepar atando sus tallos a la estructura de madera y metal.
Es temporada alta para los jugosos frutos rojas, pero estos dos voluntarios no solamente están luchando con estas plantas para concluir la cosecha de final de verano. Quieren conseguir que los tomates crezcan en la dirección correcta dentro del invernadero a lo largo de todo el año.
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Su trabajo forma parte de un programa de cinco años realizado por la Asociación de Invernaderos Geotérmicos (GGP, por sus siglas en inglés) en Pagosa Springs, Colorado.
La organización, en coordinación con esa localidad del sudoeste de Colorado, está convirtiendo las aguas termales más profundas del mundo en algo mucho más que un destino turístico: está usando esa fuente de energía renovable para cultivar alimentos para la comunidad durante todo el año.
Pagosa Springs es una localidad bien conocida en el oeste de Estados Unidos por su enfoque único sobre la energía geotérmica, la energía derivada del propio calor de la Tierra. El cultivo de alimentos usando fuentes geotérmicas, sin embargo, es una innovación.
Tres invernaderos
En el centro del pequeño pueblo, a orillas del río San Juan, hay tres llamativos invernaderos geodésicos de 13 metros de diámetro cada uno.
Contrastan vivamente con los antiguos edificios de la calle que se encuentra más arriba. Todos albergarán jardines, pero cada uno tendrá una misión distinta.