Para algunos podrá sonar a autoengaño; para otros, a conformismo. Sin embargo, no se trata de ninguno de los dos.
Hablamos de la felicidad sintética, un concepto desarrollado por profesor de Psicología de la Universidad de Harvard Harvard Dan Gilbert.
En 2004, Gilbert fue incluido por la revista Science en la lista de los 50 científicos más seguidos en redes sociales y en 2017 se le consideró uno de los 50 psicólogos vivos más influyentes del mundo.
Ha recibido numerosos premios por su actividad docente y de investigación y su libro Stumbling on Happiness ("Tropezar con la felicidad") se mantuvo seis meses en la lista de publicaciones más vendidas del periódico The New York Times.
Y busca revolucionar la forma en que entendemos la felicidad y, como consecuencia, la manera en que encaramos la vida.
La explicación de la felicidad sintética, dice, es científica y se encuentra en nuestro cerebro.
Nuestras defensas psicológicas
Empecemos por explicar lo que el psicólogo define como nuestro sistema inmunológico psicológico.
"Los seres humanos tienen algo que podemos entender como un sistema inmunológico psicológico, que es un sistema de procesos cognitivos -en su mayoría no conscientes- que le ayudan a cambiar sus percepciones del mundo para poder sentirse mejor en ese mundo en el que se encuentran", explicó Gilbert en una charla TED que tituló "The surprising science of happiness" ("La sorpresiva ciencia de la felicidad"), en 2004.
Según Gilbert, todos tenemos la capacidad de sintetizar la felicidad, pero no siempre es fácil porque solemos pensar que la felicidad es "algo que se encuentra".
Es así como el catedrático plantea que hay dos tipos de felicidad: la natural y la sintética.
La felicidad natural, explica Gilbert, es la que experimentamos cuando conseguimos lo que queremos y la sintética es la que fabricamos cuando "no tenemos lo que deseábamos".
Según el investigador, el adjetivo "sintético" nos genera suspicacia a muchos de nosotros porque "pensamos que la felicidad sintética no es de la misma calidad que la que podríamos llamar felicidad natural".
"En nuestra sociedad tenemos la fuerte creencia de que la felicidad sintética es inferior. ¿Por qué creemos eso? Bueno, es muy simple. ¿Qué tipo de maquinaria económica seguiría girando si creyésemos que no tener lo que queremos nos hará igualmente felices que tenerlo?", argumenta el profesor.
La libertad
Gilbert cree firmemente que la felicidad sintética es tan real y duradera como la que nos hace saltar cuando conseguimos lo que tanto queremos.
Y sus efectos son igualmente beneficiosos para nuestro organismo.