Algunos discuten acerca de si Harvard es la mejor universidad del mundo. Pero nadie duda de que es la más opulenta.
Con un patrimonio propio de más de US$36.000 millones, supera en valor al PIB de países como Paraguay, Honduras, o El Salvador.
Harvard es, en sí, una potencia económica.
Y en los últimos años decidió invertir en tierras en América Latina, una opción que le ha traído no pocos dolores de cabeza.
Por cuenta de sus haciendas en el continente es acusada por sus críticos de mal manejo ambiental, de adquirir predios con líos en sus títulos de propiedad y, en el mejor de los casos, de haber hecho un mal negocio.
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Todo comenzó con el descalabro financiero mundial de 2007, cuando las bolsas de valores se desplomaban en todo el planeta.
Con muchos de los destinos tradicionales de sus inversiones en aprietos por la crisis económica, los expertos financieros que administran el patrimonio de Harvard decidieron entonces embarcarse en una estrategia de comprar tierras agrícolas en países en desarrollo, incluyendo en América Latina, esperando que esas haciendas mantuvieran la rentabilidad que ya no se veía en Wall Street.
Harvard invirtió en tierra rural en Uruguay, en Chile, en Argentina y Brasil, entre otros países de la región.
Venta de tierras
¿Y bien? ¿Se justificó la inversión? En muchos casos parece que no.
En octubre de 2017 la Harvard Management Company, la empresa que administra las inversiones de la universidad, anunció que disminuía en US$1.000 millones el valor estimado de su portafolio de inversiones en recursos naturales en todo el mundo, para reflejar el pobre desempeño de esos negocios.
Se anunció entonces, entre otras medidas, la puesta en venta de una hacienda en Uruguay, cuyo valor se estimaba en US$120 millones e incluía 20.000 hectáreas de plantaciones de eucaliptus.
Líos legales
Pero lo de la rentabilidad insatisfactoria de esas propiedades podría ser apenas uno de los problemas de Harvard como terrateniente en América Latina.
También enfrenta desde hace varios años una polémica legal por cuenta de otra propiedad en el estado brasileño de Bahía.
El predio en cuestión tiene 140.000 hectáreas y Harvard lo compró a través de una subsidiaria, Caracol Agropecuaria.
Pero según detalla la agencia de noticias Bloomberg, algunos disputan si Harvard se lo compró a sus legítimos dueños.
Hace ya un tiempo varios campesinos de la región acudieron a la justicia brasileña para alegar que, hace más de una década, ellos practicaban agricultura de subsistencia en esos predios, que eran entonces de propiedad estatal.