– "Me dijo que había una lista negra y que había gente dispuesta a aportar financiamiento para que se ejecutara".
– ¿Y qué dijiste?
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– "Acepté, por supuesto… Si rehúsas un pedido como éste es probable que acabes muerto".
Con una sonrisa muy amplia que sobresale de su barba rubia, Oleksiy Tsymbaliuk, aspirante a asesino, se sienta a mi lado dentro del auto.
Este antiguo sacerdote ortodoxo es el inicio de la extraordinaria historia de cómo se tuvo que fingir un asesinato para ponerle freno a un asesino y dejar al descubierto la implicación de Rusia en la eliminación de sus opositores políticos, según el servicio de seguridad ucraniano.