Anne Boden es parte de una revolución que se está dando en el mundo financiero.
Hija de un obrero y una empleada de una tienda, trabajó como cajera de un banco en Londres a comienzos de los 80, hasta que su talento -en el mundo informático y financiero- la llevó a las más altas posiciones en empresas como el Royal Bank of Scotland, el UBS de Suiza, el ABN AMRO de Holanda y el Allied Irish Banks.
Le tocó vivir la crisis financiera de 2008, un evento en su carrera que la marcó profundamente y la obligó a plantearse el dilema de cómo hacer las cosas de otra manera.
"Por muchos años nos creíamos invencibles", dice. "Después de la crisis financiera, pasé mucho tiempo tratando de descubrir qué había pasado y cómo podíamos arreglarlo".
Se metió de lleno en el mundo de la tecnología financiera (fintech, en inglés) y observó una gran cantidad de emprendedores que estaban llevando el mundo de las finanzas en otra dirección.
Entonces decidió renunciar a su trabajo hace cuatro años y comenzar el viaje que la llevaría a crear Starling, un banco británico que no tiene ni una sola sucursal y que funciona exclusivamente a través de una aplicación en el teléfono celular.