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El fenómeno de Pokémon Go ya está en Chile y muchos padres han manifestado a través de las redes sociales su preocupación respecto de que sus hijos descarguen la aplicación y empiecen a jugar.
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El académico de la Escuela de Psicología de la U. Católica del Maule, Gerardo Chandía, entregó una serie de consejos a los padres que tienen niños y adolecentes que inevitablemente se sumarán a este verdadero fenómeno mundial.
“El juego de Pokémon Go, implica salir a la calle a «cazar» a estos pokemones, lo que es sumamente peligroso, si pensamos en un niño sin supervisión de un adulto, ya que eventualmente deambulará solo por las calles buscando estos objetos virtuales”, reflexiona Gerardo Chandía, psicólogo académico de la UCM.
El especialista en el área infanto-juvenil, agrega que el riesgo no es tan solo para niños, sino que también para adultos, “porque están tan concentrados en el teléfono, que no miran a su alrededor, exponiéndose a accidentes, a que los atropellen, además de que lleguen a lugares privados o que eventualmente puedan ser peligrosos”.
A ello, Chandía agrega que los jugadores van a tener contacto con personas desconocidas, que también van a estar en lo mismo, lo cual permitirá que por ejemplo los niños se puedan vincular con adultos, quienes a su vez pueden tener otros fines, argumentando que ya han habido casos de ello en el mundo, incluso de abusos sexuales.
¿Cómo orientar a que los niños puedan jugar Pokémon GO?
“Para mí, la edad de los niños que debiese poner en práctica este tipo de juegos, es a partir de los 13 a 14 años”, indicó el experto, quien explicó que el riesgo que también se corre, es que su vida comience a girar en torno a este tipo de dispositivos, lo que “podría provocarles trastornos a nivel emocional, del sueño, o de alimentación. Hay casos de menores que dejan de comer por querer jugar” sostuvo.
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Defensores de Pokémon GO señalan que este juego tiene aspectos positivos, porque a sus jugadores los invita a salir de sus casas evitando el sedentarismo.
Tema que el experto en psicología declara, al menos, cuestionable, aunque admite que “si se quiere buscar equidad, si eventualmente tengo un niño de 9 a 10 años que quiere jugar, se puede aprovechar ese espacio y salir con él a “cazar” estos objetos virtuales durante una hora por la ciudad, pero después lo aconsejable sería que guarde el celular y se tome el tiempo también para vincularse con la naturaleza u otra cosa. La clave está en la capacidad de mediar de los padres, porque la prohibición tampoco va a servir, por lo que la recomendación es controlar y establecer reglas claras”.
PUB/NL