La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, defendió hoy su decisión de incluir en su Gabinete a Luiz Inácio Lula da Silva, de quien dijo que podrá usar su gran experiencia política para ayudar al Gobierno, y negó que el nombramiento sirva para que el ex mandatario se escabulla de los procesos que enfrenta.
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«La llegada de Lula (al Gabinete) es algo muy importante y relevante. Primero por su inequívoca experiencia política y segundo por los conocimientos que tiene del país y de las necesidades del país», dijo la mandataria al justificar la designación.
El nombramiento fue anunciado tras una rueda de consultas que Rousseff tuvo durante los últimos dos días con el exmandatario en el Palacio de la Alvorada, residencia oficial de la Presidencia.
Como titular del poderoso Ministerio de la Presidencia, Lula controlará todos los resortes del poder, lo cual le permitirá influir en cada una de las decisiones de su sucesora y también en las de su base parlamentaria, a la que intentará unir de cara al eventual proceso que pudiera desalojar a Rousseff del poder.
La oposición, sin embargo, alega que la única intención del nombramiento es «blindar» al expresidente en un cargo que tiene foro privilegiado en momentos en que enfrenta varios procesos en la justicia y hasta una posible orden de detención.
Rousseff dijo que le provoca reír cuando lee noticias en las que se asegura que Lula, como ministro, tendrá más poder que la propia jefe de Estado y que ella habría renunciado a su cargo para permitirle un tercer mandato a su padrino político.
«Llevo seis años en el Gobierno y durante todo ese tiempo han intentado separarme de Lula. Mi relación con Lula no es de poderes o de súper poderes. Tengo con Lula una sólida relación de quienes construyeron un proyecto juntos», afirmó.
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La mandataria agregó que, en su gestión, Lula tendrá los «poderes que necesite para ayudarle al Gobierno y para ayudarle a Brasil. Todo lo que él necesite para ayudar a Brasil lo tendrá».
Negó que su antecesor hubiera impuesto condiciones como cambios en la política económica o en el Gabinete para asumir el cargo y aclaró que las dudas que impidieron anunciar antes el nombramiento se referían a las posibles reacciones de la oposición.
Precisamente sobre las acusaciones de que el Gobierno quiere blindar judicialmente a Lula, Rousseff aclaró que el cambio de instancia no significa que la investigación será suspendida.
El expresidente actualmente es investigado por el juez federal Sergio Moro, que tiene fama de implacable y ya ha condenado a varios de los implicados en el escándalo de corrupción de la petrolera Petrobras, pero, con foro privilegiado, su proceso tendrá que ser transferido al Supremo Tribunal Federal, la máxima corte.
«El cambio de instancia no significa que ya no será investigado. Significa que la Fiscalía y la Policía seguirán la investigación pero que el juez será la máxima corte. Por detrás de la afirmación de que el cambio de instancia es para esconderse solo puede verse una desconfianza de la oposición con respecto a la Corte Suprema. ¿Es eso que la oposición quiere decir (que la corte) no es confiable?», preguntó.
De acuerdo con la mandataria, creer que la investigación del juez Moro es mejor que la de la Corte Suprema es invertir la jerarquía de la justicia.
«Esa hipótesis (de que quiere escabullirse de los procesos) es una sombrilla al hecho de que la llegada de Lula fortalece mi Gobierno y de que hay personas que no quieren mi Gobierno fortalecido», agregó.
Rousseff afirmó que en los seis años de su gestión ha tenido posibilidad de ver la gran habilidad que Lula tiene como articulador político para unir los partidos que apoyan al Gobierno, pero que también quiere aprovechar su experiencia para que la ayude en la retomada del crecimiento económico y el control de la inflación.
«Lula tiene una trayectoria muy expresiva por su compromiso con la estabilidad fiscal y el control de la inflación, compromisos que no son solo retóricos», afirmó al negar que su nuevo colaborador pueda darle un giro a la política económica.
La mandataria también negó que el ministro de Hacienda, Nelson Barbosa, o el presidente del Banco Central, Alexandre Tombini, hayan anunciado su intención de renunciar ante la posibilidad de que Lula presione cambios en la política económica.
PUB/CM