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Las críticas a la canciller Angela Merkel arreciaban este miércoles por su política de puertas abiertas a los refugiados, tras la ola de agresiones sexuales ocurridas en Nochevieja en Colonia, que sus detractores atribuyen a migrantes.
Lo ocurrido en Colonia, en portada de todos los grandes medios este miércoles, complica la tarea de la canciller en este inicio de año, al hacer resurgir los temores de la opinión pública por el flujo sin precedentes de migrantes llegados de Siria, Irak o Afganistán, y las dudas sobre la capacidad de Alemania de integrarlos en el país.
La policía local indicó el miércoles a la AFP que había recibido más de un centenar de denuncias de mujeres agredidas en la noche de San Silvestre.
Merkel deberá enfrentarse esta miércoles en Baviera (sureste) a la furia de la rama local de su familia política, la CSU, que la invitó a su primera reunión del año para volver a explicarle hasta qué punto considera peligroso para el país su apuesta por los refugiados.
«Si los demandantes de asilo o refugiados participan en agresiones como las de Colonia, estos actos deben suponer el fin inmediato de su estancia en Alemania», afirmó el secretario general de la CSU, Andreas Acheuer.
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– Los detractores de Merkel, movilizados –
Pese a que las autoridades han repetido hasta la saciedad de que no tienen pruebas de que haya refugiados implicados en las agresiones, los detractores de la canciller insisten en culparlos, basándose en testimonios de víctimas que hablan de asaltantes de apariencia «norteafricana» o «árabe».
Tras los incidentes, «¿Alemania es ya lo suficientemente abierta al mundo y multicolor para usted, señora Merkel?», ironizaba Frauke Petry, responsable del partido populista Alternativa para Alemania, que avanza en los sondeos desde hace meses y previsiblemente entrará en tres nuevos parlamentos regionales en las elecciones de marzo.
Las teorías del complot florecen en internet y entre los movimientos populistas, acusando a los grandes medios de haber silenciado lo ocurrido en Colonia para no alimentar el discurso antimigrantes.
Como ocurre desde hace meses cuando se trata de refugiados, varios sitios de información en línea han preferido cerrar los comentarios en sus noticias al respecto para evitar que se conviertan en espacios de desahogo xenófobo o racista.
La policía local no informó sobre lo ocurrido en Nochevieja hasta el lunes, tres días después, y no explicó la magnitud de las agresiones hasta el martes, lo que enfureció al ministro del Interior, por la inacción de las fuerzas del orden el 31 de diciembre.
Este último exigió que no haya «tabúes» sobre el origen extranjero de los agresores, pero pidió que no se estigmatice a los refugiados.
Otros actos similares de menor alcance fueron denunciados en Hamburgo (norte) y en Stuttgart (suroeste) en Nochevieja.
En ese contexto, la presión sobre Merkel para que fije un límite de demandantes de asilo sigue creciendo, máxime cuando, pese al frío, la llegada de refugiados no se detiene, a ritmo de varios miles diarios. En diciembre llegaron al país 127.320 y en todo 2015, 1,1 millones.
PUB/IAM