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Era 1970 y luego que el senado ratificara a Salvador Allende en su puesto de Mandatario, el “Compañero Presidente” le dio el vamos a un proyecto innovador para la época: el internet, antes incluso que existiera aquella palabrita.
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La obra, que recibía el nombre de “Cybersyn“, estaba encabezada por Fernando Flores, en ese entonces encargado de la Corfo, y Raúl Espejo; ambos recibiendo instrucciones del ingeniero y científico británico Stafford Beer. El trabajo tendía una central en La Moneda y tenía coordinar una serie de máquinas de teletipo (las mismas que se usaban para recibir las noticias en las radios y en la TV en la antigüedad) y que pretendía enviar información lo más rápido posible, similar a lo que ocurre con un buscador de internet.
“El proyecto Synco estuvo listo para operar en agosto de 1973”, dice Jorge Baradit, autor del libro de ficción Synco que cuenta parte de esa historia.
“La red de telecomunicaciones estaba operativa, los protocolos estaba probados y los especialistas ya estaban en sus puestos. Habían aspectos que no estaban desarrollados, como las pantallas y gráficas del opsroom, hasta el golpe se funcionaba con papelógrafos, aún no funcionaban las interfaces gráficas del programa ChEco. El funcionamiento del sistema de coordinación ya había sido probado durante el paro de camioneros, cuando solo 400 camiones leales al gobierno pudieron abastecer a Santiago coordinados por Synco, mientras más de 3.000 permanecían adheridos al paro. Sin duda un triunfo y una promesa tremenda”, agrega el escritor.
Lo cierto es que entre octubre y noviembre de 1972 efectivamente hubo un paro de camioneros, que tenía como objetivo desestabilizar al Gobierno. A través del proyecto Cybersyn, el equipo de comunicaciones de Salvador Allende pudo enviar y recibir información, coordinar e incluso orientar la producción gracias a los contactos que tenía el Gobierno con algunos camioneros leales.
“Synco era una internet en el sentido más estricto de la palabra, una red de telecomunicaciones. A diferencia de la inet el procesamiento de datos estaba centralizado en una IBM 360 que operaba en la Universidad de Chile, y el análisis entre el Intec y los especialistas ubicados en la Opsroom”, ilustra el escritor, cuya novela se basa precisamente en el funcionamiento de este “internet que no fue”.
La misteriosa sala “Opsroom”
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Baradit habla sobre un “Opsroom”. ¿Qué es eso? Según los archivos existentes, esta era una sala “era hexagonal y constaba de siete sillas giratorias, una pantalla llamada Futuro, un esquema del VSM (Viable System Model), pantallas de reportes de excepción en tiempo real y un Data Feed. Csda silla tenía un brazo derecho, un dispositivo de control interactivo que, a través de la combinación de sus botones (figuras geométricas), activaba órdenes de proyección en las pantallas según los requerimiento de los usuarios, optimizándose así la comunicación externa e interna”, según la descripción que aparece en el libro de Baradit.
En definitiva, era el centro de operaciones de Cybersyn, el gran internet de Allende. La sala, ubicada en el Palacio de la Moneda, contaría con la participación de un representante de los trabajadores, uno de Corfo y otros miembros de alto rango del Gobierno.
“Synco no era un sistema enciclopédico ni un buscador, era un sistema nervioso que buscaba coordinar las operaciones de las empresas del Estado a través del análisis de la información en tiempo real que proporcionaba. Dicho de otra manera, no era una red de cerebros conectados, era un cerebro conectado a los múltiples órganos de un cuerpo, en este caso: un país”, asegura Baradit.
¿Por qué fracaso?
Muchas razones buscan explicar el fracaso de este proyecto, aunque la principal que se arguye es la política. Pues con la llegada de los militares a La Moneda tras el 11 de septiembre de 1973, el proyecto Cybersyn quedó a un lado; olvidado y destruido por el paso de los años.
“Operarios de Synco con los que me entrevisté me explicaron que los militares vieron el proyecto como una amenaza, lo interpretaron como una red para coordinar el alzamiento de obreros y sindicatos. Pero no fueron más allá. La tragedia es justamente esa, que no lo entendieron y simplemente lo abandonaron”, afirma Baradit.
En Publimetro intentamos comunicarnos tanto con el Ministerio del Interior y Seguridad Pública como con la Corfo, a través de correos electrónicos y llamados telefónicos, pero no obtuvimos respuestas de ninguno de los organismos.